Como Comenzar la Vida Eterna

EL PUENTE A LA VIDA

La Biblia enseña que Dios ama a los hombres y quiere darles una vida abundante.

Dios es amor y quiere derramar su amor sobre toda la humanidad.

LA BIBLIA DICE...

“Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él, no perezca, sino que tenga vida eterna” (Juan 3.16).

Jesucristo mismo dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10.10).

Si es verdad que Dios nos ama y quiere que tengamos una vida abundante aquí y ahora, ¿por qué es que la mayoría de las personas no está experimentando esta clase de vida?

Es porque EL HOMBRE ESTÁ SEPARADO DE DIOS.

Dios creó al ser humano a su imagen y le dio una vida abundante. Pero no lo hizo como un robot para que automáticamente amara y obedeciera a su Creador, sino que le dio libre albedrío, es decir, una voluntad propia, la capacidad de elegir (Génesis 1.26).

El hombre por su propia voluntad eligió desobedecer a su Creador, así rebelándose contra Dios. Decidió seguir su propio camino egoísta en vez de seguir el camino de Dios. Los seres humanos siguen haciendo lo mismo hasta el día de hoy. El resultado es la separación entre el hombre y Dios (Génesis 3.4-6, 23-24).

 LA BIBLIA DICE...

“Pues todos han pecado y están lejos de la presencia salvadora de Dios” (Romanos 3.23).

“Sus iniquidades han hecho división entre ustedes y su Dios” (Isaías 59.2).

A través de las edades, el hombre, separado de Dios, ha intentado de muchas maneras construir un puente entre sí mismo y Dios...

¡PERO SIN ÉXITO!

ESTA SEPARACIÓN NOS LLEVA A LA MUERTE ESPIRITUAL (LA SEPARACIÓN DEFINITIVA DE DIOS) Y NO NOS PERMITE VIVIR LA VIDA ABUNDANTE QUE DIOS QUIERE QUE VIVAMOS.

LA BIBLIA DICE...

“Lo único que el pecado da como pago es la muerte...” (Romanos 6.23a).

Dios nos ama como un buen padre, pero como un juez justo tiene que castigar al pecado. (Génesis 18.25; Romanos 11.22). 

Los que rechacen a Cristo recibirán el justo castigo de Dios:

“Vendrá para castigar a los que no reconocen a Dios ni obedecen las buenas noticias acerca de nuestro Señor Jesús. Estos serán castigados con destrucción eterna, y serán arrojados lejos de la presencia del Señor y de su gloria y poder, (2 Tesalonicenses 1:8-9). 

LA SOLUCIÓN DIVINA PARA LA SEPARACIÓN ENTRE EL HOMBRE Y DIOS ES LA CRUZ Y LA RESURRECCIÓN DE CRISTO.

Cuando Jesucristo murió en la cruz, Él recibió el castigo que nosotros hemos merecido por nuestros pecados; luego resucitó para ofrecernos la posibilidad de iniciar una vida abundante. Así pudo Jesús construir el único puente eficaz sobre el abismo que nos separa de Dios. Solamente por medio de Cristo podemos encontrar un camino al Padre y la vida eterna.

“Pero Dios nos da pruebas de su amor, en que Cristo murió por nosotros aunque éramos todavía pecadores” (Romanos 5.8).

“Jesús le contestó: ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre’ ” (Juan 14:6).

“Porque Cristo mismo sufrió la muerte por nuestros pecados una vez y para siempre. Cristo no era culpable y aun así murió por los que sí lo eran, para poder llevarlos a ustedes ante Dios. Lo mataron, pero volvió a la vida por medio del Espíritu” (1Pedro 3.18 ).

 

1) Creer (tener fe) que Jesús murió y resucitó, que Él es el Hijo de Dios. Su muerte en nuestro lugar y su resurrección son pruebas de que Él es el Único que puede salvarnos de la separación de Dios producida por nuestros pecados. Su victoria sobre la muerte es además la evidencia de que Él volverá para juzgar al mundo. Tener fe en Jesús nos prepara para entregarle nuestras vidas, así como Él se entregó por nosotros (Juan 1.12-13 y 3.3-16; Romanos 4.23-25; Gálatas 3.26-27, Hechos 17.31).

 

 

2) Arrepentirse. Creer en Jesús nos plantea cambios. Además de creer, arrepentirse significa emprender un cambio en la manera de pensar y vivir: dar la espalda a la vida egoísta que se rebela contra Dios para someterse a la autoridad de Jesucristo (Hechos 2.38-39). Sin este arrepentimiento, no es posible dar los pasos siguientes.

 3) Confesar la fe en presencia de testigos. Estar dispuesto a reconocer a Cristo como Señor delante de los demás (Romanos 10.9, 1 Timoteo 6.12) Así invocamos el "nombre del Señor" en el momento de nuestra entrega en el "nombre de Jesucristo" (Hechos 2.21, 2.38) al bautizarnos.

 4) Nacer de nuevo (bautizarse). Dicha confesión ante testigos es un paso previo a participar espiritualmente en la muerte, sepultura y resurrección de Cristo (Colosenses 2.12.13).

En breve, el hombre tiene que dar espaldas a su vida errada y, deseando apartarse del pecado, entregar el gobierno de su vida a Cristo. Usted mismo puede tener la seguridad de la salvación eterna de su alma y una vida nueva en la tierra.

¿COMO PARTICIPAR EN LA MUERTE, SEPULTURA Y RESURRECCIÓN DE CRISTO?

Creyendo de todo corazón en Jesús como el Hijo de Dios que murió y resucitó para salvarnos, y estando arrepentido de los pecados después de haber confesado su fe ante testigos, usted debe ser sumergido en agua, imitando y participando espiritualmente en la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Así, Dios le perdonará sus pecados y le dará su Espíritu Santo. De esta manera Dios lo adoptará en su familia espiritual, la iglesia (Hechos 2.38-39, 41-42, 47).

Bautizarse proviene de una palabra griega que quiere decir “sumergirse”; bautismo significa “inmersión “...por medio del bautismo fuimos enterrados junto con Cristo y estuvimos muertos para ser resucitados y vivir una vida nueva...” (Romanos 6.4). 

El bautismo bíblico significa un nuevo comienzo en esta vida. Es el verdadero “nacer de nuevo” espiritual. Es el paso definitivo de la fe por la cual comenzamos la nueva vida.

Quisiéramos ayudarlo a realizar este paso tan necesario para su salvación.

 DESPUÉS de haberse entregado a Dios en el bautismo, usted debe:

1) Leer su Biblia todos los días para que pueda conocer mejor a Dios creciendo en fe y obediencia.

2) Charlar con Dios en oración todos los días. Orar no consta de repetir rezos aprendidos de memoria. Charle con su Padre celestial así como charlaría con un íntimo amigo.

3) Compartir con los demás su maravillosa experiencia diaria con Jesús.

4) Seguir en comunión con otros cristianos en este camino nuevo, reuniéndose con ellos cada domingo.

 Estos hábitos desarrollan la perseverancia de una vida fiel a Jesús, lo que nos asegura la vida eterna.

“Pero sigue fiel hasta la muerte, y yo le daré la vida como premio” (Apocalipsis 2.10).

 LA BIBLIA DICE...

Pedro les dijo: “Cambien su manera de pensar y de vivir y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo. Así Dios les perdonará sus pecados y recibirán el Espíritu Santo como regalo. Esta promesa es para ustedes, para sus hijos y para todos los que el Señor nuestro Dios quiera llamar”. Pedro les advirtió de muchas maneras y les pidió con insistencia: “¡Sálvense de esta generación perversa!”

Entonces los que hicieron caso a su mensaje fueron bautizados. Ese día se unieron al grupo de creyentes más de tres mil personas. Ellos estaban dedicados a aprender lo que los apóstoles enseñaban. Compartían lo que tenían, comían y oraban juntos.

Los creyentes, compartían el mismo propósito, cada día solían dedicar mucho tiempo en el área del templo y comían juntos en las casas. Compartían la comida con sencillez y alegría, alababan a Dios y todo el pueblo los estimaba mucho. Cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos (Hechos 2.38-42, 46-47).

Esta promesa es para. “Todos los que el Señor Nuestro Dios quiera llamar....” (Hechos 2.39). 

Le hacemos llegar esta invitación a conocernos personalmente, asistiendo a nuestra Reunión Dominical, a un Grupos Hogareños o a una clase de entre semana.

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